"En aquellos años..., ¡siempre es un poco triste referirse al pasado...!
En el antiguo caserón había lugares y rincones, que, para mí, tenían un enorme atractivo.
Algo morboso, eso sí, pero que no era obstáculo para que los visitara.
Y de forma habitual...
Cierta primavera, cuando me estaba preparando para ingresar en el Bachiller, subí al desván, cuando las luces de la tarde aún iluminaban los tejados, y se filtraban por los tragaluces, creando una atmósfera irreal, extraña...
La primera vez que percibí a la "sombra", porque no la ví, sólo fue una intuición, un instante fugaz, las nieves se habían retirado a las montañas, y el buen tiempo se derramaba sobre el valle, día a día, con más intensidad y esplendor.
Apenas si mis ojos pudieron captar un rápido movimiento, de una indefinida forma oscura, que yo, bien seguro estaba de que no era una ilusión óptica, o, simplemente, un juego de luces y oscuridad.
Permanecí allí un buen rato, sentado en un arcón, lleno de libros, que ya había inspeccionado debidamente, y del que iba sacando y volviendo a colocar, los que me parecían más apetecibles, por supuesto, aquellos que trataban de ciertos misterios...
Y esperé, pero no sucedió nada...
Ya estaba oscureciendo, cerré la puerta con llave, una llave que aún cnservo y que debe de estar en alguna de las cajas donde guardo los "tesoros" de mi vida, que, quizá para otros no tengan demasiado valor, pero, para mí, son una fuente de recuerdos, de vivencias, de emociones...
Y esa noche, tuve sueños inquietos.
El mes de abril, muy cerca de una tardía Semana Santa, volví a subir al desván.
Su silencio, su amable quietud, su profusión de objetos y cachivaches..., todo estaba como lo dejé.
Si algo no se hubiese hallado en su sitio, lo sabría..., a pesar del desorden.
¡Cuántas veces, el abuelo, habló de llamar a un chatarrero, que tenía su almacén cerca de nuestra casa, para que se llevara de allí lo que quisiera...!
Luego, me miraba, y al verme triste, porque ese hecho me producía muchísima tristeza, suspiraba, y decía: "-Tal vez el año que viene..."
Con lo que yo, volvía a recuperar mi paz interior... ¡Otro año de tregua...!
En esa nueva visita al desván, sí que ví a la "sombra".
Allí estaba, tras una cajas, donde las vigas de la techumbre llegaban hasta el pavimento de madera del desván.
Indefinida y cambiante presencia oscura, que ya no se recataba en dejarse ver..., aunque, a su manera...
"-...hace días que no subes al desván...", me dijo..
Y su voz, si es que era una voz, se parecía al sonido de las notas más graves de un flauta.
"-Hace y días, sí...", fue lo único que se me ocurrió decirle en ese momento"-¿Subirás otra vez...? La soledad me hace´daño...", preguntó la "sombra".
"-...sí, subiré más a menudo...,siempre que pueda...", respondí, no sin esfuerzo...
"-¿Sabes cantar...?"
"-No, canto muy mal..."
"-Pues todos los niños suelen cantar bien..."
"-Yo no, por eso no estoy en el coro del colegio..."
"-...y...¿sabes contar cuentos...?"
"- Te puedo contar los que he leído, y también algunas historias..."
Y así, comenzó un tiempo distinto..., que me parecía muy real a veces, y, en otras ocasiones, como si perteneciera al reino de los sueños...
Pero, yo, aspirante a Bachiller, no sabía hacer uns distincón tan sutil...
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